lunes, 9 de febrero de 2009

Comprendía, divagando sutilmente la infinita levedad del ser, me siento estúpida por sentir cosas que nadie siente, emergiendo de pronto de la tierra lodosa que ha sido madre indiscutida tantos putos años.
Me tiendo sin respirar y siento la desesperación de mi cuerpo. Me concentro, sé que no moriré... las formas pierden contornos y el mundo se vuelve una idea fija, de pronto la nada.
Noches sin sueños, días sin aliento.
Palabras al viento, tan oyente, incondicional.
El único que abraza el cielo, quien a besado a Dios...
Y aquí estoy viviendo este universo flagelado en medio del compulsivo ritmo que nos inventamos y que odiamos y de paso nos odiamos nosotros mismos...
sólo eso...

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