jueves, 22 de abril de 2010

Odio el frío.

Sólo Dios sabe cuánto odio el frío. En la mañana pensaba que en cuanto pudiera me voy al trópico para no tener que pasar nunca más por éste frío de mierda.
Pero soy menguante y cambiante. Aún queda tanta vida (supongo) aún no encuentro mi lugar.
Que yo haya nacido acá no significa que pertenesca a este lugar. Quiero andar por ahí, como sea, pero que no sea en un tour... no con un guía, sino con un amigo con imaginación. Yo en mi vida quisiera tener tiempo, tiempo para pensar, para secarme el pelo sin máquinas, para dormir, para comer, y si tuviera hijos para criarlos yo, verlos crecer y enseñarles lo poco que sé de la vida. Aunque aún no lo sé. No sé cómo alguien puede decir sin pensarlo que quiere tener hijos. Yo aún debo meditarlo mucho, mucho. ¿En serio quiero traer otro ser humano a éste planeta? existiendo yo, por supuesto que si, me respondo. Pero sigue siendo extraño. Yo no quiero ceñirme a las normas sociales y no sé cómo tomaría éso mi decendencia. Mala manía de culpar de todo a los padres... no quiero hablar de éso, no es algo que deba hablarse.
En fin.
Si te gusta estudiar, estudia. Si no ¿por qué lo haces? yo estoy aquí, aguantando, pero toda esa gente que está alrededor mío... no las entiendo, no puedo.

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